Su descubridora fue una mujer apodada “Locura del país” (por su rápida y rara forma de hablar), que empezó a indagar en las profundidades del aún desconocido internet en busca de una nueva diversión para todos los habitantes de Bolonvia. Y así encontró uno de los animes más valorados en toda Bolonvia: Death Note, actualmente considerado por todos los bolonvianos una obra de arte. Al principio no fue muy acogido por los ciudadanos de Bolonvia, pero poco a poco fue ganándose su respeto.
Así, tras la muerte de “Locura del país”, los Koukei-sha (sus sucesores) decidieron encontrar nuevos animes para el disfrute de la gente (se pelearon entre ellos, porque cada cual afirmaban que los animes que él había encontrado eran los mejores. Más adelante se filmó una película llamada “Los sucesores de L”, ya que el Consejo Otakuniense aprobó el uso de la L como diminutivo de “Locura del país”).
Después de mucho tiempo, un anónimo cualquiera descubrió Tokio Ghoul, otro de los animes más importantes de Bolonvia. Más y más animes fueron descubiertos pero a nadie se le ocurrió nunca publicar uno.
Años después dos profesoras del instituto de Bellas Artes de Vonjola decidieron que ya era hora de que su nación tuviese sus propios animes. Entre las dos crearon un nuevo anime. Mientras una de ellas se encargaba de la historia y preparaba los bocetos principales de cada personaje, Kayla Hopkins, la otra decidía la colocación y el aspecto final de los personajes, Erika Kyoya. Ellas dos fueron las pioneras en realizar la hazaña.
Esta nueva creación en el mundo del anime hizo que todos los otakus del país se cuestionasen el hecho de que solo debieran seguir animes japoneses, provocando una lucha interna en el Consejo Otakuniense, y otra entre los otakus del propio país, hasta que al final el Consejo decidió que era posible el poder crear nuevos estilos de anime basándose en los gustos bolonvianos.
Así fueron creados otros animes bolonvianos:
- Dreamer: creado por Aikor Ikoramo. Cuenta la historia de una niña de 16 años traumatizada por la muerte de sus padres que al parecer es capaz de ver el futuro de otras personas en sueños.
- Ghost Cactus Experince: trata sobre un anciano y un bicho azul que van luchando por un desierto plagado de fantasmas intentando dominar diversos torreones.
- Killer Mother: historia que aun se encuentra en desarrollo por Lufti Mayers.
Animes como Death Note y Tokio Ghoul son muy importantes para Bolonvia, ya que se emiten tres o cuatro veces al día, y al tener mucha audiencia, hacen que aumenten los beneficios.
Mucha gente llamada en el mundo de internet “haters” quería destruir el modo de vida bolonviano buscando maneras de hacer que el Consejo Otakuniense cerrase por completo sus puertas y que así no se pudiera emitir nunca más anime. Esto ocasionó un importante enfrentamiento en Bolonvia, conocido como “la gran Guerra Otaku”, donde los gobernantes del país no quisieron entrometerse, lo cual fomentó las múltiples batallas entre haters y otakus.
Uno de los supervivientes de la Guerra Otaku fue el líder de los haters, entrevistado recientemente por una reportera, justo dos semanas antes de su muerte. He aquí un fragmento de la entrevista:
-REPORTERA: Dígame cual es exactamente el motivo por el cual querían ustedes acabar con el Consejo Otakuniense, teniendo en cuenta que en Bolonvia no era ni es necesario ser otaku si no se desea.
-HATER: Es muy sencillo: estábamos totalmente hartos de las mismas emisiones horteras sobre los animes y mangas. Eso a mí me ponía enfermo.
-REPORTERA: Pero, teniendo en cuenta la cantidad de series, programas informativos, documentales e incluso programas de música, sumado al hecho de que solo existen 17 de 100.000.000 de canales relacionados con el manga y el anime, ¿no le parece excesivo el hecho de haber querido acabar con una de las actividades que más dinero, diversión y trabajo ofrecía y sigue ofreciendo al país?
-HATER: Oye tú, desconsiderada. ¿Es que eres medio tonta o qué? El anime y el manga tienen que desaparecer. Tienes suerte de seguir viva, ya que si estuviésemos en la época de la Guerra Otaku ya habría ordenado que te cortasen el cuello.
Después de esta entrevista, el gobierno se dio cuenta de que, pasados varios años tras la Guerra Otaku, aún sufrían civiles que no pertenecían a ningún bando, y por ello el Consejo Otakuniense se vio obligado a firmar un tratado que estipulaba que ningún hater volvería a molestar a un otaku si se dejaba de emitir el anime en las televisiones, en centros comerciales, etc.
Los haters (que actualmente son cerca de 3200 ciudadanos en toda Bolonvia) aceptaron, pero los otakus quedaron totalmente destrozados.
Con ayuda de este contenido, Shasha creó una página donde colgó todos los animes bolonvianos subtitulados en distintos idiomas e introdujo links hacia páginas webs extranjeras de anime.
Todo se arregló después de tanto caos. Es más, se dice que el Consejo ha decidido renovar y asegurar las instalaciones de su sede en la capital para procurar que ningún hater vuelva a destruir la paz. De paso aprovechan para verse algún que otro capítulo.
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