Hubo una vez un millonario al que se le antojó hacer una mansión, en las afueras de Ryuk-Town. Llamó a los mejores canteros para que obtuviesen la piedra, y a los mejores arquitectos para que diseñasen los planos. Una vez estuvo todo preparado, comenzaron las obras: trajeron grúas y obreros de toda Bolonvia; llamaron a los coqueadores para que pavimentasen los alrededores de la mansión.
Ésta estuvo acabada en menos de dos meses. Contaba con siete dormitorios, cuatro cuartos de baño, una biblioteca, varios pasillos, tres despachos y un comedor. El millonario admiraba el trabajo de los albañiles, así que les invitó a una cena en su gran salón-comedor.
Pero hubo algo con lo que los arquitectos no contaron: debajo de la mansión se extendía una caverna colosal, y debido al peso de la casa, el terreno cedió y la mansión entera se sumergió bajo la tierra.
Al escuchar el estruendo del edificio derrumbándose, un hombre se acercó a ver lo sucedido. Ese hombre escuchó los gritos de socorro de los supervivientes, pero en vez de ayudarles, llamó a un amigo con el que tenía una empresa de construcción y demolición y trajeron tierra en camiones, y con esa tierra enterraron la mansión.
Ahora, los supervivientes han muerto, y nadie sabe que le sucedió a la mansión, salvo los dos amigos que la enterraron.
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